Incluida a mí.
Un Real Madrid-Sevilla es un partido especial, no es un clásico ni un derby pero tiene algo, quizás es esa rivalidad entre aficiones, o la gran cantidad de goles que suceden en estos encuentros, lo que está claro es que un partido como este siempre esconde grandes sorpresas...
La primera parte fue algo aburrida, pocas llegadas por parte de ambos equipos, alguna más por parte del Madrid pero ninguna ocasión clara. Clos y el asistente no estuvieron acertados y lo que para el Madrid eran faltas y fueras de juego inexistentes para el Sevilla no. Al descanso el marcador no se había movido del 0-0.
La segunda parte empezó con un Madrid más activo, pero Clos volvió a hacer una de las suyas y en el minuto 63 tras un choque involuntario entre Negredo y Carvalho muestra a este la segunda amarilla desequilibrando el partido a falta de media hora a favor del equipo sevillista. Pero este Madrid tiene algo que han tenido el Madrid de Capello, de Shuster, de Juande ... que en estos momentos es cuando de verdad se viene arriba. El Madrid es abonado fijo a las remontadas, a la épica y a las grandes gestas, ese es el momento de la afición del Bernabéu, una afición criticada en muchas ocasiones por los pitos y su frialdad, pero que cuando a su equipo todos los elementos se le ponen en contra apoya como ninguna.
El equipo blanco se lleno de rabia y asoló la portería de Palop, transcurría el tiempo, el arbitro se tragaba un claro penalty sobre Granero y solo cargaba al Madrid de amarillas. Entonces apareció Di María, para meter un sobervio golazo tras una jugada en la que el árbitro volvió a tragarse un penalty tras unas manos claras en el área. Un gol que bien vale 3 puntos, que dejan al Madrid a tan solo 2 del equipo de Guardiola.
Y es que ganar así no puede saber mejor.
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